TRUCO


xxxxEn su novela de ámbito marinero titulada “Las inquietudes de Shanti Andía” (Madrid, Espasa Calpe, 1985), Pío Baroja hace referencia al juego del truque practicado por un grupo de tripulantes vascos que comanda un barco negrero hacia mediados del siglo XIX.

     “Nosotros, la cuadrilla de vascos, ya habituados a aquella vida extraña e indiferente a todo cuanto pasaba a nuestro alrededor, nos poníamos a jugar a la manilla o al truque nuestros ahorros.” (p. 152)

      De esta manera, vemos que un típico juego de cartas argentino, el truco, tiene sus orígenes en el Viejo Mundo.

      El Diccionario de la Real Academia Española (edición de 1925) define de la siguiente manera el juego del truque, en su primer acepción:

      “Juego de envite entre dos, cuatro o más personas, a cada una de las cuales se reparten tres cartas para jugarlas una a una y hacer las bazas, que gana quien echa la carta de mayor valor, empezando por el tres y siguiendo el dos, el as, el rey, el caballo, etc., hasta el seis, pues se descartan los cincos y los cuatros.”

      Notamos que el valor de las cartas no es exactamente el mismo que en el truco argentino. En este tradicional juego de naipes con barajas españolas se distinguen dos partes. La inicial es la del envite (el “envido”) y la segunda, el truco propiamente dicho.

      El truquiflor presenta un agregado, el de la flor, “cuando se reúnen tres cartas seguidas del mismo palo.”

      Para anunciar la deseada flor, el jugador favorecido por la suerte acostumbra recitar ingeniosos versos alusivos, como los siguientes:

“Por el río Paraná
venía navegando un piojo,
con un hachazo en el ojo
y una FLOR en el ojal.”

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